Las soluciones para el deterioro de los cauces fluviales planteadas en la mesa redonda del pasado mes de abril se centraron en el cambio de las
actuaciones de las administraciones.
Como comentamos la semana pasada, una de las intervenciones que más luz abrió
sobre la problemática de los ríos y de la pesca en la provincia, durante la mesa redonda
celebrada en el Auditorio Ángel Barja el pasado mes de abril, fue la del representante del
comité local de la asociación para el estudio y mejora de los salmónidos (AEMS), Félix
Pedro García Fernández, que puso de manifiesto el deterioro que vienen padeciendo los
cauces fluviales leoneses durante los últimos años e hizo un recorrido por su realidad
actual.
Durante su intervención, tras enumerar los principales problemas (inversión térmica de
las aguas, excesivo caudal en épocas inapropiadas, sedimentación y colmatación de
fondos, cambios de nivel en el caudal producidos por las centrales eléctricas, dragados,
encauzamientos con sucesión de escolleras que convierten a los ríos en puros y simples
canales, excesiva materia orgánica en sus aguas por causa de la contaminación de los
pueblos, contaminación por filtraciones de productos usados en los cultivos, cambios
bruscos de caudal por motivo de los desembalses, introducción de especies no deseadas,
etc.), instó a la recapacitación sobre las actuaciones que se realizan en los cauces con la
permisibilidad administrativa.
García Fernández puso como ejemplo al río Eria, a su paso por Castrocontrigo,
Felechares de la Valdería o Pinilla, donde se puede observar un sin fin de dragados y
escolleras hechas recientemente, arrasando con las pozas, refugios y frezaderos en
buena parte de la zona, a la vista de los carteles del Ministerio de Medio Ambiente. Lo
cual, según manifestó Félix, hace pensar que algo falla cuando el principal organismo
que debe velar por la conservación del medio natural, a través de los organismos de
cuenca, se dedica, sin tapujos, a deteriorar los ríos y está consiguiendo que cada vez
sean menos los tramos que podemos visitar con una cierta garantía. Tanto es así, que en
muchos de los cotos más afamados de León, como pueden ser Valdoré, Villarroquel, Las
Salas y otros, para engañar a unas pocas truchillas que se acerquen a la talla, hay que
hacer más horas que un pluriempleado y, si hablamos de las zonas libres, ya ni te
cuento.
Como soluciones, este notable pescador conservacionista, propuso el estricto
cumplimiento de la legislación medioambiental y en materia de calidad de aguas (sobre
todo la europea), así como la limitación de las actuaciones en los cauces, efectuándolas
solamente cuando sean estrictamente necesarias y utilizando otra metodología, como las
revegetaciones o escolleras ecológicas, mucho menos lesivas para el río y que ofrecen un
nivel similar de protección.
Para finalizar, consideró conveniente la creación de un organismo que coordine las
actuaciones administrativas sobre los ríos y aludió a la necesidad de una mayor
vigilancia, no solamente para pedir la licencia al pescador, sino, principalmente, para
velar por el cumplimiento de la legislación ambiental en temas como la extracción
abusiva de áridos, la ocupación del bosque de ribera por choperas, la vigilancia de
concesiones de agua para riego y producción eléctrica....